Capítulo quinto
Donde se prosigue la narración de la desgracia de nuestro caballero
Un labrador llamado Pedro Alonso, vecino del pueblo de don QUijote, lo encuentra malherido, lo recoge y lo lleva a su casa. Por el camino don Quijote va delirando y recitando en voz alta pasajes de sus libros de caballerías. Llegan al pueblo ya de noche. En casa de don Quijote están reunidos el ama y la sobrina de don Quijote y dos amigos suyos: el cura (Pero Pérez) y el barbero (Maese Nicolás). Están comentando la desaparición de don Quijote y que la culpa de todo es de los libros de caballerías que leía. Por lo que deciden que al día siguiente los quemarán. En ese momento, llega el labrador trayendo a don Quijote, al que acuestan para que descanse. El cura se informa por el labrador de lo ocurrido.
Capítulo sexto
Del donoso y grande escrutinio que el cura y el barbero hicieron en la librería de nuestro ingenioso hidalgo
Mientras don Quijote duerme, el cura y el barbero, ayudados del ama y la sobrina, se proponen revisar la biblioteca de don Quijote, seleccionan algunos libros y mandan arrojar otros al corral para quemarlos, según les parecen buenos o peligrosos para el hidalgo. Son libros de caballerías, de poesía (pastoriles) y heroicos o épicos. Decidieron quemar casi todos los libros a excepción de alguno como pudo ser el Amadís de Gaula. Esto le sirve al autor, Cervantes, para criticar la mala literatura de su época.
Capítulo séptimo
De la segunda salida de nuestro buen caballero Don Quijote de la Mancha
Don Quijote despierta, empieza a
delirar y a dar gritos porque creía que estaba luchando con muchos
enemigos. Todos intentan calmarlo; además deciden tapiar la
habitación de los libros y hacerle creer que ha sido obra de un
brujo. Convencido de ello, don Quijote pasa quince días sosegado y
conversando con el cura y el barbero sobre la gran necesidad de
caballeros andantes que tiene el mundo. También persuade a un
labrador, vecino suyo (Sancho Panza), para que le sirva de escudero,
y le promete que le hará gobernador de una ínsula. Ambos hacen sus
preparativos con todo lo necesario (dineros, alforjas, camisas, etc.)
conforme al consejo que un ventero dio a don Quijote. Salen de noche
para que nadie los vea. En esta primera conversación entre escudero
y amo se comienzan a notar las dos visiones del mundo que plantea el
autor: la idealista y la materialista.
Capítulo
octavo
Del buen suceso que el
valeroso Don Quijote tuvo en la espantable y jamás imaginada
aventura de los molinos de viento, con otros sucesos dignos de felice
recordación
En el camino descubren unos molinos de
viento, que don Quijote cree que son gigantes. Decide atacarlos, sin
que le sirva de mucho que Sancho le diga que son sólo molinos. Don
Quijote embiste y sale mal parado, atribuye a un brujo imaginario
enemigo suyo el cambio de gigantes a molinos.
Siguen su camino en busca de aventuras.
Nuevamente don Quijote sufre otro delirio: confunde a dos frailes con
dos encantadores que llevarían a una princesa cautiva que es en
realidad una dama que viene más atrás en un coche de caballos.
Ataca a los frailes, derriba a uno y Sancho intenta quitarle al
fraile sus pertenencias como botín de guerra. Ataca después a un
escudero vizcaíno de la dama porque se niega a ir al Toboso para
hablar con Dulcinea, según los deseos de don Quijote, que ya se ve
vencedor de esta batalla. El capítulo acaba con el combate entre don
Quijote y el vizcaíno en suspenso.
Capítulo
noveno
Cervantes inventa un recurso narrativo
según el cual él es sólo el traductor de la historia de don
Quijote. Cuenta como buscando enterarse del final de la batalla con
el vizcaíno, encontró la continuación del relato en unos
cartapacios que compró a un vendedor ambulante. La continuación
enlaza justo con este combate que quedó interrumpido en el capítulo
anterior: vence don Quijote y obtiene la promesa de que los vencidos
tendrán que presentarse ante su señora Dulcinea del Toboso tal y
como sucedía en los libros de caballerías que él leía.