lunes, 16 de mayo de 2016

Capítulo quinto 

 

Donde se prosigue la narración de la desgracia de nuestro caballero 


Un labrador llamado Pedro Alonso, vecino del pueblo de don QUijote, lo encuentra malherido, lo recoge y lo lleva a su casa. Por el camino don Quijote va delirando y recitando en voz alta pasajes de sus libros de caballerías. Llegan al pueblo ya de noche. En casa de don Quijote están reunidos el ama y la sobrina de don Quijote y dos amigos suyos: el cura (Pero Pérez) y el barbero (Maese Nicolás). Están comentando la desaparición de don Quijote y que la culpa de todo es de los libros de caballerías que leía. Por lo que deciden que al día siguiente los quemarán. En ese momento, llega el labrador trayendo a don Quijote, al que acuestan para que descanse. El cura se informa por el labrador de lo ocurrido.







   



 








 
  


  





 


 

 

Capítulo sexto 

 

Del donoso y grande escrutinio que el cura y el barbero hicieron en la librería de nuestro ingenioso hidalgo  


Mientras don Quijote duerme, el cura y el barbero, ayudados del ama y la sobrina, se proponen revisar la biblioteca de don Quijote, seleccionan algunos libros y mandan arrojar otros al corral para quemarlos, según les parecen buenos o peligrosos para el hidalgo. Son libros de caballerías, de poesía (pastoriles) y heroicos o épicos. Decidieron quemar casi todos los libros a excepción de alguno como pudo ser el Amadís de Gaula. Esto le sirve al autor, Cervantes, para criticar la mala literatura de su época.







 

      





      




Capítulo séptimo

 

De la segunda salida de nuestro buen caballero Don Quijote de la Mancha  

Don Quijote despierta, empieza a delirar y a dar gritos porque creía que estaba luchando con muchos enemigos. Todos intentan calmarlo; además deciden tapiar la habitación de los libros y hacerle creer que ha sido obra de un brujo. Convencido de ello, don Quijote pasa quince días sosegado y conversando con el cura y el barbero sobre la gran necesidad de caballeros andantes que tiene el mundo. También persuade a un labrador, vecino suyo (Sancho Panza), para que le sirva de escudero, y le promete que le hará gobernador de una ínsula. Ambos hacen sus preparativos con todo lo necesario (dineros, alforjas, camisas, etc.) conforme al consejo que un ventero dio a don Quijote. Salen de noche para que nadie los vea. En esta primera conversación entre escudero y amo se comienzan a notar las dos visiones del mundo que plantea el autor: la idealista y la materialista.

 


   





 






 




 




  



 












   
Capítulo octavo
Del buen suceso que el valeroso Don Quijote tuvo en la espantable y jamás imaginada aventura de los molinos de viento, con otros sucesos dignos de felice recordación 

 
En el camino descubren unos molinos de viento, que don Quijote cree que son gigantes. Decide atacarlos, sin que le sirva de mucho que Sancho le diga que son sólo molinos. Don Quijote embiste y sale mal parado, atribuye a un brujo imaginario enemigo suyo el cambio de gigantes a molinos.
Siguen su camino en busca de aventuras. Nuevamente don Quijote sufre otro delirio: confunde a dos frailes con dos encantadores que llevarían a una princesa cautiva que es en realidad una dama que viene más atrás en un coche de caballos. Ataca a los frailes, derriba a uno y Sancho intenta quitarle al fraile sus pertenencias como botín de guerra. Ataca después a un escudero vizcaíno de la dama porque se niega a ir al Toboso para hablar con Dulcinea, según los deseos de don Quijote, que ya se ve vencedor de esta batalla. El capítulo acaba con el combate entre don Quijote y el vizcaíno en suspenso.



           

    


 

   



                 

Capítulo noveno 
 
Donde se concluye y da fin a la estupenda batalla que el gallardo vizcaíno y el valiente manchego tuvieron 
 
Cervantes inventa un recurso narrativo según el cual él es sólo el traductor de la historia de don Quijote. Cuenta como buscando enterarse del final de la batalla con el vizcaíno, encontró la continuación del relato en unos cartapacios que compró a un vendedor ambulante. La continuación enlaza justo con este combate que quedó interrumpido en el capítulo anterior: vence don Quijote y obtiene la promesa de que los vencidos tendrán que presentarse ante su señora Dulcinea del Toboso tal y como sucedía en los libros de caballerías que él leía.